Hace ya varias semanas atrás, cerró el cine Gran Palace. Si a eso le sumamos el cierre del Hoyts del paseo Huérfanos (donde estaba el antiguo cine Rex), ya casi no quedan cines en el centro de Santiago. Están el Cine Arte Normandie (que se mantiene a pesar de los embates de los elementos y del mercado) y el Cine Arte Alameda, pero un poco en la periferia de lo que todos comúnmente llamamos “el centro”. Y sin contar las salas que exhiben cintas triple X (como el Nilo, el Mayo o el Capri), lo que estamos viendo es lisa y llanamente la muerte de las salas de cine, en una zona que estuvo caracterizada precisamente por su existencia. Su servidor creció en los años 70 y 80 (la década del 80 aún está en pleno revival aquí en Chile), y cuando con mis amigos íbamos al centro, un panorama seguro era ir a ver una película al cine. Sea con mis papás, o luego sólo con mi hermano y mis amigos, se podía ir al Windsor, al Ducal, al Rex, al impresionante cinerama del Santa Lucía, al Bandera, al Centr...
Una visión dantesca de como los regímenes totalitarios y dictatoriales utilizan el único argumento que tienen , osea la brutalidad para destruir la cultura. Recuerdo que Arthur Koestler en forma irónica dijo que el tenía el honor de que sus obras fueran quemada por la selectas tiranías de Adolfo Hitler y la Alemania Democrática (comunista), una porque era un judío y comunista, caso de los nazis y la otra por ser un fascista y traidor. Volviendo al régimen militar chileno fue una época oscura para el arte, la literatura y toda expresión, intentemos no caer otra vez en ese período de oscurantismo nuevamente.
ResponderEliminarNo puedo más que estar totalmente de acuerdo con tu comentario, mi amigo. Mi padre tuvo el "honor" de ver en el centro de Santiago, con sus propios ojos, como los milicos quemaban libros en la calle. Cuando me contó eso algunos años después, me dijo que no podía creer que los soldados chilenos estuvieran haciendo lo mismo que los nazis.
EliminarSaludos para ti.