Adiós Colín.

Colín siempre tuvo un corazón libre. La primera vez que vimos a nuestro gato querido, fue cerca de un canterito, en la calle. Su cola hermosa nos llamó mucho la atención a Xime y a mí. A los pocos días este bello gato amarillo, de sólo unos meses de edad, comenzó a venir a nuestra casa, y hasta conocimos a sus jóvenes padres (prefiero decirles así, que llamarlos amos), unos hermanos. Colín siguió viniendo a nuestra casa, quedándose con nosotros, hasta que sus padres se fueron y él se quedó viviendo acá cerca, en el barrio. De a poquito se fue aguachando con nosotros, pero siempre saliendo a sus correrías amorosas, o a sus eternas y terribles peleas con otros gatos, cuando te das cuenta una vez más que los mininos no son animales domésticos. Cuando alguien me preguntaba por mi “mascota”, yo siempre contestaba lo mismo, “no es una mascota, es un gato”. A veces se perdía semanas enteras; recuerdo que en una ocasión hasta pegamos carteles con mi compañera por la calle, ...