LAUTRÉAMONT
“Arthur Cravan y Lautréamont… y si no hubiera podido tener esos amigos, ciertamente no me hubiera rebajado a consolarme con otros.” Guy Debord. Entre 1846 y 1870, un cometa cruzó el cielo entre Montevideo y París. Isidore Ducasse, el Conde de Lautréamont, fue una luz fugaz pero potente que encabezó en solitario una revolución en la literatura francesa y en la poesía mundial. Con un puñado de obras –sus “Cantos de Maldoror” y sus “Poesías”- encendió la mecha de una carga explosiva que detonó en la segunda década del siglo XX, cuando las vanguardias artísticas se tomaron por asalto los códigos y los espacios del arte burgués, derrotando a los policías encargados de custodiar la pureza académica de las artes. En esos años breves que comenzaron en 1846, Isidore Ducasse fue un sol negro que brilló en Europa, y cuyo fuego oscuro sigue allí, en sus escritos, dispuestos a deslumbrar a quienes se asomen ante sus fulgores de agujero negro destruyendo la materia más allá de su horizonte...