Mostrando entradas con la etiqueta crónica. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta crónica. Mostrar todas las entradas

lunes, 19 de agosto de 2024

StarCrash




Cuando recién era un adolescente, el año 1979, estrenaron en las salas de cine de Santiago "Ataque estelar del tercer tipo" (StarCrash), en la senda de las copias de Star Wars. Recuerdo que el primero que me habló de este film de aventuras espaciales fue mi amigo José Manuel, que vió el trailer cuando fue a ver "Superman", si no me equivoco. Con mi hermano René no le creíamos... ¿cómo una película se iba a llamar Ataque estelar del tercer tipo?? Yo partí al cine Bandera, así de fanático, y entonces vi los afiches. Mi mamá nos llevó a verla al cine Victoria, con mi hermano y mi querido amigo José Manuel. Recuerdo que aluciné con la película, y de hecho la vi un par de veces más en el cine, sobre todo por su protagonista, la arrebatadoramente hermosa Stella Star (interpretada por Caroline Munro). Pero además la cinta traía el paquete completo: naves estelares, batallas espaciales, robots y hasta espadas laser...

Hace pocas noches atrás la vi de nuevo, gracias a una copia digital que me compartió mi amigo Elwin. ¿Qué les puedo decir? La película es penosamente mala: notorio bajo presupuesto, efectos especiales penosos, malas actuaciones, explosiones que parecen de un petardo, stop motion que da verguenza ajena, etc. Dirigida por Lewis Coates (seudónimo de Luigi Cozzi), uno se pregunta qué hace aquí el gran actor Christopher Plummer, perdido en esta lastimera space opera italiana. Hay que rescatar eso sí los guiños a la literatura de ciencia ficción: la nave espacial "Murray Leinster", el capitán Bradbury, Arrakis. Pero al final, lo mejor de todo, de lejos, es la belleza magnética de su protagonista, la actriz Caroline Munro ❤️ (el crush de muchos de mi generación), que interpreta a la piloto espacial y contrabandista Stella Star, que deviene en heroína de la galaxia. Si podemos salvar otra cosa de este entuerto, es la música del siempre eficiente John Barry.

Al final, StarCrash es tan mala y bizarra, que resulta muy entretenida de ver.







Caroline Munro



viernes, 17 de mayo de 2024

Misión Galactica

 Esto lo escribí ayer de puro ocioso:

Por allá por 1980, iba bajando del Cerro Santa Lucía con mi hermano René y mi amigazo José Manuel. Fuimos a mirar el cine Santa Lucía, sus afiches y avisos de próximos estrenos, y encontramos un cartel de "Misión Galáctica: El Ataque Final", anunciando su estreno con el sistema sensurround... Quedamos locos, una continuación del film de ciencia ficción militar Battlestar Galactica (en esos años ni idea teníamos de que era una serie de televisión). Yo alucinaba con el afiche en cuestión. Pero en el Santa Lucía se pegaron MESES con el exitazo que fue "Jesús de Nazareth", y no estrenaron Misión Galactica... Al final, la estrenó el cine Metro y nunca olvidaré lo enojado que estaba mi amigazo Mario porque no la dieron en cinerama, hasta blasfemaba contra Jesús 😆. 

El cuento es que él la fue a ver al cine Metro, y a mí se me pasó el estreno. Pero luego la fui a ver al Bandera con Mario y mi hermano, en un programa doble. El cine estaba lleno hasta el techo. Mario estaba tan contento que nos comentaba la película mientras la veíamos, y alguien del respetable público le gritó: "si viste la película, quéate callao hueón oohhh". Yo no podía creer que había más batallas espaciales que en el film Battlestar Galactica, estaba extasiado. Y tiempo después, la fuimos a ver a otro programa doble en otra sala de cine.

Y hoy recordé todo esto, porque mi amigo Mario me envió unos afiches de prensa digitalizados de Mission Galactica... 💖



miércoles, 23 de marzo de 2022

Los Westerns fueron un gusto adquirido

 



Para mí, las películas del oeste fueron un gusto adquirido. Cuando era un niño, cada vez que en la televisión ponían un western, cambiaba de inmediato de canal (¡claro que la oferta de canales en los años 70/80s era muy limitada!). Huía de las películas de vaqueros como de la peste, a menos que fuera un weirdwestern, como las tremendas "El valle de Gwangi"* o "Búfalo Blanco". Pero gracias a mi papá, fui apreciando este género cinematográfico, descubriendo varias joyas, junto con él, el resto de mi pequeña familia (mi mamá y mi hermano), o simplemente viéndolas solo. Por nombrar unas pocas: "La pandilla salvaje", "Pat Garret y Billy the kid", "Río Bravo", "Johnny Guitar", "Rancho Notorius" y "El jinete pálido".

De hecho, la última película que vi con mi padre fue una de vaqueros, "El Oro de Mackenna". Apenas unos días antes de que mi viejo muriera.

"See you, space cowboy..."

Nota*: si quieren buscar más información sobre las películas que nombro aquí, les recomiendo el insuperable sitio web del imdb.

(Ilustración: The cold gray fog  of dawn, de David Wright. Publicada en el facebook de Editorial Valdemar)

viernes, 4 de febrero de 2022

BARRIO-CINEMA

El talentoso dibujante nacional Christiano, autor de historietas tan icónicas como el Pato Lliro y el Antipoeta Sanhueza, ha editado el fanzine (de factura bastante profesional, dicho sea de paso) Barrio-Cinema, donde recopila 4 cómics sobre las antiguas salas de cine de Santiago, tres son adaptaciones de mis crónicas "King Kong en Cartagena", "Philip K. Dick en el cine Capri" y "Star Wars en Cartagena" (publicadas en mi libro Cartelera de Cine) y el último es de autoría propia de mi amigo Christiano: "Evadiendo al pedófilo". 

Breve comentario tomado de Instagram: 

"Barrio-Cinema: Programa triple + Agregado, es la adaptación del talentoso @christianodibujista de las crónicas del escritor Miguel Acevedo contenidas en su libro “Cartelera de cine”. Sus autores nos invitan a descubrir las salas de cine de barrio a través de las experiencias en cada función. En particular me gustó mucho la de Blade Runner, qué ganas de haber vivido algo así. también quedé en shock con “Evadiendo al pedófilo”, ¡qué susto! realmente hijos del rigor. No les digo más porque no les quiero arruinar la experiencia, vayan por su ejemplar al ig de @christianodibujista "
Paulina Arancibia




domingo, 6 de enero de 2019

La metáfora del Traje Rojo.



Hemos cambiado nuestra manera de ver la sociedad en lo que respecta al género y sus matices. Puede ser que no a todos les acomode este grito feminizado, puede ser también que a otros no les suene tan exclusivamente femenino el llamado y lo considere inclusivo y justo. Sea cual sea el lugar que decidamos ocupar, no podemos negar que el prisma desde donde observábamos como sociedad la igualdad de género ya nunca volverá a ser el mismo, algo se ha movido, las piezas culturales repetidas y gastadas ya no calzan como solían encajar después de tantos años de costumbre.

La mujer se ha instalado como protagonista en el debate por la igualdad de género. La pelea es necesaria y coherente solo si este grito se genera desde la lucha de clases y no desde los márgenes patriarcales elitistas, que nos ha inventado como publicidad de retail la televisión y la prensa fascista y servicial.

La mujer como ser humano completo, propia de su identidad, libre para elegir su destino, caminando a paso firme junto a la compañera trabajadora, perteneciente a la clase obrera, la dueña de casa, la madre pisoteada por el sistema capitalistas de las deudas carcelarias. La lucha feminista será de clase o no será, gritaba una pared de Santiago centro.

Hace unos años atrás, conocimos a Jimena Estrella Rojas Huerta, bombera de la 4ª compañía de Ovalle, con sus 35 años es la mujer más antigua de su compañía e integrante del cuerpo de rescate.

Ha sido reconocida por sus pares con quienes ha trabajado codo a codo para desarrollar su vocación de servicio.

Jimena es Educadora de Párvulos en ejercicio, con carga horaria completa y con todo el trabajo docente que eso significa. Madre de tres hijos en temprana edad escolar.

Ser bombero es un honor que solo el amor al oficio rinde, nosotros, encantados con las innumerables historias del heroico trabajo nos hemos animado al homenaje. Dejar los niños con la abuela a mitad de la madrugada para correr a la emergencia es sin duda la aventura más digna de su vida.

Ser bombero es un trabajo sin género, razón por la cual no vale para este aplauso decir bombere, ni bombera, dejemos por un minuto la odiosidad de las vocales finales mal usadas y comencemos a respetarnos e incluirnos así, dentro de esta metáfora del casco y el traje rojo.

Pensemos en el largo día que tenemos en la memoria al caer la noche, precedida por la organización de otra jornada interminable del trabajo que aún no llega. Piense en lo que le queda por hacer, hasta ver el silencio interrumpido por la sirena del cuartel de su comuna.

Jimena u otra mujer bombera estará en algún lugar, corriendo por las calles hasta encontrar locomoción, llegará al cuartel e introducirá su fémino cuerpo en un traje gigante, bajará el visor de su casco y se camuflará entre sus compañeros, aferrada al carro y bajo la luz de la sirena.

Al día siguiente, el sueño y la carga horaria no le quitarán la sonrisa, la sonrisa satisfecha y reluciente tras su delantal verde.

GatoJurel Ediciones.

martes, 11 de julio de 2017

¡YA VIENE!


Ya viene el fanzine CHUFLAI, donde junto a otras historietas, viene la adaptación al comic de la crónica "Philip K. Dick en el Cine Capri", publicada en mi libro "Cartelera de Cine". 
La historieta es obra de Christiano, talentoso dibujante chileno, autor de personajes tan icónicos como el Pato Lliro.


Pronto, pronto... Ronny Tobar, Christiano, Felipe Nada...

¡Larga vida a los fanzines!



martes, 2 de mayo de 2017

Segunda Edición de Cartelera de Cine


Mis estimados amigos de GatoJurel ediciones han publicado la segunda edición de mi libro “Cartelera de Cine”. Esta edición trae las crónicas ya incluidas en la primera, me refiero a

King Kong en Cartagena
El Cine de Terror en los años 60
La Muerte de los Cines de Santiago Centro
El Antiguo Cien Diana
Comentarios de Algunas Películas
Sobre Ray Bradbury
Sobre Richard Matheson
Un Adiós  para Ray Harryhausen
A Propósito de la muerte de Glen A. Larson
Adiós, Leonard Nimoy
Philip K. Dick en el Cine Capri
Una Tarde de Verano en Cartagena   
   
Además, se agregaron algunas fotos (incluso a color) y la breve crónica “Como en Silent Hill”, junto con un prólogo escrito por el actor Patricio Muñoz. El libro viene con la corrección de los errores menores de la edición original, como algún Raybradbury o algún StarWars por ahí. Además del error mío inexcusable de confundir el título de la cinta “La Pasión de Cristo”, con “La última tentación de Cristo”, detalle que me señaló en su momento Alberto Angerstein.


Esta edición no viene con los corchetes tipo fanzine, sino que fue hecha con lomito.

Si les interesa adquirir mi libro, pueden contactarse conmigo o con GatoJurel ediciones.

Y en Nlibros pueden encontrar la edición digital de descarga pagada.


Con mis amigos de GatoJurel




jueves, 24 de noviembre de 2016

La blusada de la Yocko and John


(Homenaje de GatoJurel ediciones a la banda Yoko and John)

Hablar sobre la Yoko and John es referirse al intrépido y extravagante romance entre una armónica triste y los versos descarnados de una guitarra enmascarada. Una historia que se desarrolla en un submundo urbano lleno de rock crudo, blues y poesía. Música que canta de amor, muerte y perros policías. La respuesta en código de banda sonora cotidiana, un escape para una realidad absurda y desafinada por la hipocresía y la sobredosis de tv, mezclada con antidepresivos y anfetaminas. Un matrimonio excéntrico y explosivo escrito en papeles manchados con locura y vino tinto. A veces un quinteto, generalmente un flor flai trío.


Aparece un Igor borracho, deprimido, ironizando con sus delirios. Otras veces el poeta muere en el papel mientras nacen sus versos que son el legado que lo mantendrá vivo. En un romántico lunfardo santiaguino y con los clishés propios de los poetas malditos la Yoko maúlla como los gatos que se pasean por el techo vecino. De vez en cuando el John le escribe versos románticos a niñas con primavera en la boca. Quizá fue la Mery Warner, Santa María, la que inspiró esas palabras y aquellas notas más dulces y con aires de barrio y viejas botas.

Letras y armonías que se mueven sobre una suave batería que acompaña con precisión y que ecualiza la punzante energía de instrumentos que pueden llegar a reventar en una tocata intensa, y que otras veces solean con la melancolía de un viejo músico de cantina.

Cuenta la leyenda que los entrevistó Yamil Valenzuela y que también lo han acompañado en escena. Una alineación de estrellas que espero escuchar editada en canciones que suenen en la nueva generación del viejo transistor.

Un show para ver en vivo, me permito la recomendación, sazonado a veces con baile, otras con jam sesión e invitados ad hoc para la ocasión. Nunca se sabe con certeza en que formato y lugar aparecerá esta dupla que suena con aires de boogie woogie y al morrit de un clasic neo yockanyoll. No me queda más que decir, larga vida la blues y al rock y que suene la música de la Yocko & John.

s.atte.a.ud

Don Melloni Musica



PD: Para más sobre la Yocko & John visite Aquí

PD: Videos de la Yocko por acui     




miércoles, 5 de octubre de 2016

LA ANCIANA


La señora Mercedes vive en el llamado casco antiguo del centro de Santiago. Cuando tiene que salir a hacer algún trámite lejos de su casa, toma una micro o el metro. En los buses de la locomoción colectiva, casi no puede sentarse, ya que los asientos son muy altos. A veces prefiere el metro y anda buscando algún ascensor o escalera mecánica, debido a que se cansa bajando o subiendo tantos peldaños. Una vez en los vagones, anda esquivando a los lindos (y lindas) que se echan en el suelo, para no tropezarse con sus largas piernas en el medio del paso de la gente. Y no es raro que se deba conformar con viajar de pie, pues son pocos los que le dan el asiento, o respetan los puestos reservados para minusválidos, embarazadas y viejos. No falta el que duerme o se hace el dormido, el estudiante sin ninguna empatía por los demás, y la solidaridad de género de las mujeres más jóvenes que brilla… por su ausencia. Cuando anda por la vereda, debe esquivar, con su paso lento, a los ciclistas y skaters que le pasan rozando, teniendo más de alguna caída en la memoria y en sus huesos. Siempre recuerda la ocasión en que pasó sin darse cuenta por una vía exclusiva, demarcada dentro de la vereda para las bicicletas, y una muchacha le echó la bicicleta encima y se detuvo para discutir violentamente con ella. Un hombre se metió en la pelea, preguntándole a la exaltada señorita en que universidad estudiaba, y como podía ser tan tarada como para discutir así con una señora mayor.

Y cuando no anda esquivando vehículos en las aceras, debe lidiar con hoyos y adoquines en mal estado, como el resto de las personas. Se entretiene mirando los mensajes garabateados en las paredes de la ciudad. Algunos, frases y letras y nombres ininteligibles. Pero ocasionalmente aparece una consigna política que le gusta, o algún hermoso dibujo, perdido entre el gris urbano y la basura visual.

Cuando llega a su casa, o cuando está todo el día en ella porque  no hay ningún trámite que la motive a salir, pasa mucho tiempo sola. Su hijo la visita tarde, mal y nunca. Le regaló un computador, pero ella no tiene idea de cómo usarlo. A veces, su nieta le enseña a ver correos electrónicos o videos de moda, pero como la mayoría de la gente que conoce, no le tiene mucha paciencia. En varias oportunidades le han hecho un e-mail, pero se complica mucho con el asunto y los deja de utilizar. Pasa horas y horas frente al televisor, la caja idiota donde en ocasiones algún spot de gobierno o alguna autoridad señala que somos un país que está envejeciendo, siendo necesario preocuparse de los adultos mayores, todo dicho con la jerga típica de los funcionarios públicos. Y luego, en el mismo canal donde los periodistas seriamente asentían frente a la importancia de respetar a los abuelos, dan un programa de farándula o un reality en el que cada diez minutos utilizan como insulto y muletilla la expresión vieja culiá o viejos culiaos, lo que provoca la risa de los miserables opinólogos y faranduleros.

En las noches, no se acuesta muy tarde. Ya está en la cama antes de las 10 de la noche. Y como está un poquito sorda, se salva de escuchar el jolgorio de unos vecinos en un edificio nuevo levantado en la esquina, lleno de departamentos comprados por profesionales jóvenes que llegaron a esa propiedad porque les vendieron el humo de la vida barrial tradicional y en comunidad, comunidad por la que no tienen ningún respeto. Pero sus sandeces y risas tienen sin cuidado a la señora Mercedes, ya que la leve sordera le da la paz de no escuchar tanta estupidez hasta bien entrada la madrugada.

Y vuelta a otro amanecer más, otro día más en la ciudad de la guerra de mediana intensidad de todos contra todos.


Este no es país para los viejos.   


Miguel Acevedo  
                   

sábado, 21 de mayo de 2016

RESEÑA DEL LIBRO “CARTELERA DE CINE”, DE MIGUEL ACEVEDO.



(Prólogo escrito por Patricio Muñoz, para mi libro “Cartelera de Cine”, para una edición publicada especialmente en el Día del Libro por GatoJurel Ediciones. Patricio es actor y miembro de “Teatro de Ingenio en Movimiento”).

¿Cuál es el verdadero valor de una obra literaria?,  sin dudas, el quedar en nuestra memoria como un mensaje o enseñanza, pero existen obras literarias como “Cartelera de Cine” que nos mueven al recuerdo y la nostalgia.

El llevarnos a un paseo por aquellos lugares que tantas veces visitamos y que tantas memorias nos traen de inmediato.

Sin dudas Miguel Acevedo su autor, ha hecho en este breve pero entretenido texto pasearnos por los entretelones de viejos y olvidados cines como los de mi juventud y adolescencia, el Ideal Cinema de calle Mapocho , o el recordado Prat de calle San Diego.

Cuantos recuerdos del cine Normandie donde hoy se levanta lo que queda del Centro Arte Alameda, y tantos mas , las tardes lluviosas de invierno en el Capri donde por primera vez vi una trilogía de filmes , “El padrino uno , dos y tres” de un solo sopetón…a veces solo otras acompañado por algún amigo.

Para mi aún está en la memoria la visita a ver una gran película al cine City de calle Huérfanos con el cura de mi parroquia, años después él se retiraría de la iglesia para casarse con la secretaria parroquial. “Crimen Bajo el sol” basada en la novela de Agatha Christie, con Peter Iustinov en el rol de Hércules Poirot.

O las tardes casi de sueños en el gran cine Santa Lucia, súper cinerama, donde en 1971 vi como tantos jóvenes un recital de Led Zeppelin, en pantalla curva y a todo sonido, aun está en mi nariz el olor a hierba…eran otras épocas.

Por eso este pequeño libro debe ocupar un lugar especial en nuestra biblioteca, porque representa la memoria en gran medida de los que amamos el séptimo arte que hoy con el avance de la tecnología va en franco retiro.

“Cartelera de Cine” un libro para recomendar, para leer en las  oscuras tarde del Otoño-Invierno, al lado de un coñac y de quien tú quieras.

Cartelera de Cine, cae en convertirse en una delicatessen literaria…..

ALTAMENTE RECOMENDABLE.


Patricio Muñoz.

Actor.

jueves, 14 de abril de 2016

Sobre August Derleth


Al habitante del Paraje de los Halcones, el corazón que levantó Arkham House, con todo mi cariño.

August Derleth es uno de los integrantes más conocidos del Círculo de Lovecraft, grupo de autores que se reunieron en vida en torno a la figura del escritor norteamericano de ficción extraña H. P. Lovecraft, y que establecieron una fructífera amistad con él, fuera a nivel personal, o sólo como amigos epistolares. La mayoría de estos escritores, como el propio HPL, publicaban sus escritos en las revistas pulp, revistas de papel barato que editaban sobre todo literatura de misterio y terror, y luego de ciencia ficción, allá por las décadas de 1930 y 1940 en los Estados Unidos, época de la edad de oro de la literatura pulp. Algunos de los miembros del círculo de Lovecraft, y vinculados a revistas como Weird Tales, una de las más reconocidas, fueron Frank Belknap Long, Clark Ashton Smith, Robert E. Howard, Donald Wandrei, el jovencísimo Robert Bloch o el ilustrador Virgil Finlay. Entre ellos, teniendo como núcleo central cuentos de Lovecraft como “La llamada de Cthulhu”, fueron levantando el terror cósmico, o lo que algunos estudiosos han denominado el “cuento materialista de terror”, y que posteriormente fue conocido como Los Mitos de Cthulhu, en torno a la demonología cósmica creada por el gran autor de Providence. Pero aunque Lovecraft publicó muchos de sus cuentos, incluyendo verdaderas novelas como “En las Montañas de la Locura” (o una gran cantidad de artículos en la prensa amateur, muy dinámica en la primera mitad del siglo XX en Norteamérica, y de la cual él era un verdadero activista), sus narraciones fueron editadas por las revistas como Weird Tales o Astouding, pero nunca publicó un libro en vida.





Tras la trágica muerte de Lovecraft, en 1937, Derleth y Donald Wandrei se acercaron a varias editoriales para publicar una recopilación de sus cuentos, pero no obtuvieron éxito. Ahí es cuando August Derleth, junto con Wandrei deciden crear la editorial Arkham House, en 1939, para difundir en libros los cuentos y otros trabajos de HPL. El primero fue “The Outsider and others”. La idea era también editar otros trabajos y también selecciones de las cartas de HPL a sus amigos, de entre las ingentes cantidades de misivas que él escribió. Y luego la idea se fue extendiendo a publicar libros de ellos mismos, y de otros escritores de las revistas pulp, fueran o no del Círculo lovecraftiano, cuando las revistas de ese tipo estaban ya en franca decadencia, tras la Segunda Guerra Mundial. Ahí fueron sumándose al catálogo de Arkham House escritores de horror como los ya nombrados Derleth, Wandrei, Ashton Smith, Bloch y Belknap Long, y son publicados también E. Hoffman Price, Nelson Bond, Seabury Quinn, Mark Schorer, o clásicos de la literatura de terror de la talla de Arthur Machen o William Hope Hodgson. Y no olvidemos a las escritoras, autoras como Greye La Spina o Mary Cunselman. En Arkham House encontró también el lugar para publicar sus primeros libros Ray Bradbury, la colección de relatos “Dark Carnival”. O el destacado escritor Fritz Leiber.





Derleth siempre incluyó a escritores ingleses, como los ya nombrados Machen y Hodgson, además de otros autores verdaderamente clásicos de la literatura de horror, entre los  cuales podemos señalar a Algernon Blackwood o M. P. Shiel; y fruto de esto y el interés por incluir a nuevos autores fue que en 1964 editó el primer libro de cuentos de Ramsey Campbell, de tópicos lovecraftianos, cuando este genial escritor tenía sólo 17 años. La relación epistolar de Derleth con varios de estos escritores duró años y en algunos casos se cimentó en amistades de varias décadas.

En Chile, Derleth es conocido entre los aficionados y cultivadores de la literatura fantástica sobre todo por su pertenencia al Círculo de Lovecraft, y por sus cuentos de los Mitos de Cthulhu, algunos de los más famosos “La Habitación Cerrada” (verdadera continuación de “El Horror de Dunwich”, con elementos de otra historia de HPL, “La Sombra sobre Innsmouth”) y “El que acecha en el umbral”, relato que por su extensión es más bien una novela. Aunque ambas han sido publicadas o traducidas como colaboraciones entre Derleth y Lovecraft, son en estricto rigor obras del primero. Pero Derleth no sólo producía ficciones inscritas en la cosmogonía de los Mitos, también escribía ficción de horror sobrenatural de otros temas, y también cultivó la poesía (*), y escribió relatos policiales, ciencia ficción, aventuras juveniles, y en un plano de escritura “seria”, fue un gran narrador de la denominada literatura regionalista norteamericana, uno de cuyos mayores exponentes fue el Premio Nobel de literatura Sinclair Lewis, conocido de Derleth. August Derleth vivió como escritor profesional, y además fue editor y antologista. Una de sus autobiografías está publicada en una página web de autores cristianos. Y fue además un gran defensor de la naturaleza y de las posiciones que hoy llamamos conservacionistas, del medio ambiente. Algunos de sus libros del regionalismo buscan retratar y rescatar cómo era su Wisconsin natal, donde estaba su casa, construida por él mismo, y la editorial Arkham House.





Una de las mayores críticas que se le hacen a Derleth, es que su sistematización de los Mitos obedece a una visión maniquea, propia del cristianismo, que divide el universo del terror cósmico entre los Grandes Antiguos, demoníacos y enemigos de la humanidad, como Yog Sothot o Cthulhu, y los Dioses Arquetípicos, que son potencias benevolentes, y que en ocasiones ayudan a los hombres en su lucha contra el horror innominable y la locura apocalíptica que significaría un nuevo reinado de los Primigenios sobre la Tierra. Lovecraft era ateo y su ficción era más bien amoral y pesimista, sus seres extraterrestres y extradimensionales estaban más allá del bien y del mal, y la existencia de los humanos les era indiferente. Como ha señalado S.T. Joshi, uno de los mayores estudiosos actuales de la obra lovecraftiana, “Derleth concibió en su propia imaginación una raza de dioses benignos llamados ‘Arquetípicos’ (raza que no existe en la ficción de Lovecraft) como una fuerza de ‘bien’ y de contrapeso ante los ‘malos Primordiales’ (Cthulhu, Yog-Sothoth, etc.)”. Pero no olvidemos que en algunos relatos de HPL, concretamente en “El Horror de Dunwich”, los protagonistas humanos como Armitage logran vencer a Wilbur Whateley, quien buscaba el retorno de los Antiguos para erradicar a la humanidad y llevar a la Tierra a sus impíos dominios, un triunfo de la insignificante raza humana contra las potencias más oscuras.


Hace algunas décadas atrás, no era sencillo conseguir libros o narraciones de Derleth en español. Gracias a la labor de Rafel Llopis, Alianza Editorial publicó la antología imprescindible “Los Mitos de Cthulhu”, donde vienen algunos cuentos de este escritor. También publicaron la ya mencionada “El que acecha en el umbral”. Otras editoriales, muy importantes en la difusión de la literatura pulp en los países hispano hablantes durante los años 70, como Editorial Molino o Ediciones Dronte, publicaron antologías de cuentos donde se incluyeron relatos de Derleth, como “La Casa del Valle” o “El testamento de Clayborne Boyd”. Hoy, gracias a editoriales españolas como “La Factoría de Ideas”, Valdemar o la misma Alianza editorial, es más fácil encontrar libros de este autor en nuestro idioma, pero siempre más bien de su faceta lovecraftiana, como continuador y sumo custodio de los Mitos.



Un tiempo en Estados Unidos se volvió parte de los chismes de los fanzines, descalificar ácidamente a Derleth, tras su muerte en 1971. Como buenos cobardes, algunos esperaron que el enérgico editor falleciera para sacar sus cuchillos y atacarlo. Estas críticas de índole personal no tienen mayor importancia, pero lograron mellar un poco la gran labor editorial de Derleth, y su contribución a mantener viva la memoria y la obra de su venerado amigo, HPL. Se puede decir eso sí, en el plano crítico de sus cuentos del Ciclo de Cthulhu, que estos son muy repetitivos y monotemáticos. Yo recomiendo, siguiendo un consejo de El mar de tinta, “consumir con moderación” sus relatos, para no agotarse con historias que pueden ser a veces muy similares, recargadas con los seres, lugares geográficos y libros inventados por Lovecraft, y a los cuales Derleth agrega sus propias creaciones.

Más allá de las legítimas críticas contra August Derleth, o las distintas apreciaciones de su obra, jamás debemos olvidar que si hoy conocemos y valoramos la literatura de horror sobrenatural de Lovecraft, y podemos disfrutar de sus narraciones y temblar de escalofríos, es en parte gracias a la incansable labor de su amigo Derleth por publicar sus escritos y mantener vivo su legado, salvando a este escritor maldito del abismo del olvido.

Miguel Acevedo M.


Nota: (*) recordemos que también Ashton Smith como Frank Belknap Long, o el propio Lovecraft, eran poetas además de prosistas.


Enlace recomendado (en inglés): The August Derleth Society

jueves, 14 de enero de 2016

Cartelera de Cine: edición digital (N libros)


La página web de nlibros (El libro electrónico de autor hispanoamericano) ha puesto a disposición del público la edición digital de mi libro “Cartelera de Cine”, previamente publicado en papel por mis amigos de GatoJurel ediciones. En el enlace que adjunto más abajo, se explica cómo se puede pagar y descargar este cuidado ebook, en los formatos ePub y Mobi.

No puedo dejar de agradecer las gestiones y la iniciativa de Gatojurel Ediciones.

A mis amigos que aún no tienen mi libro, esta es su oportunidad de adquirirlo en una bella edición digital, y de paso cooperar con la causa!! ¿Qué causa, dirá usted? ¿La de mi bolsillo? No, la de difundir literatura original a bajo costo.

Ver una muestra y adquirir el ebook aquí:


Sumario

Dedicatoria

Nota del Autor

KING KONG EN CARTAGENA

EL CINE DE TERROR EN LOS AÑOS 60

LA MUERTE DE LOS CINES DE SANTIAGO CENTRO

EL ANTIGUO CINE DIANA…

COMENTARIOS DE ALGUNAS PELÍCULAS

SOBRE RAY BRADBURY

SOBRE RICHARD MATHESON

UN ADIÓS PARA RAY HARRYHAUSEN

A PROPÓSITO DE LA MUERTE DE GLEN A. LARSON

ADIÓS, LEONARD NIMOY

PHILIP K. DICK EN EL CINE CAPRI

UNA TARDE DE VERANO EN CARTAGENA

***

Ver el catálogo de otros libros de GatoJurel ediciones en este formato electrónico, aquí:

https://www.nlibros.com/editorial/gato-jurel


jueves, 29 de octubre de 2015

BALADAS


La micro en la mañana, viaje del Transantiago, no está tan llena por lo menos… Me subo y de inmediato me llama la atención la voz y la guitarra electroacústica de un cantante popular… Canciones que van desde la balada romántica cursi hasta himnos al amor como la bella canción “Yolanda”, de Pablo Milanés. Es temprano, pero el joven cantor está bastante inspirado, y una señora con aspecto de trabajadora, quizá una empleada, lo mira como si estuviera prendada de él. Sus letras en algunos casos son de canciones muy empalagosas, pero que suenan muy bonitas a esa hora del día…

“Amor, amor, amor…

Amor, amor, amor…”


“Lo que haría...

porque estuvieras tú, porque siguieras tú conmigo…”


Dos jóvenes con aspecto de obreras cantan junto con él, sin ninguna vergüenza, con ojos nostálgicos, y lo aplauden al finalizar la melodía. En el bus viajan también algunos estudiantes universitarios, que luego se bajan en la esquina de Los Leones donde descienden de ese recorrido generalmente los estudiantes del campus Oriente, de la Católica, que van a sus clases. El comportamiento de algunos de ellos me provoca vergüenza ajena, conversan casi gritando sin ninguna consideración con el músico y su auditorio, hablan y hablan de sus temas tan importantes, que no le interesan a nadie. Pero no me extraña que sean así, para nada. La vida me ha demostrado hace rato que tengo claro quién es quién en esta ciudad tan gris, y tan bella por algunos momentos.

Miguel Acevedo




sábado, 22 de junio de 2013

Un Adiós para Ray Harryhausen

Por Miguel Acevedo

Cuando era un adolescente, uno de los primeros nombres que asocié con los efectos especiales fue el de Ray Harryhausen, tras ver la hermosa versión original de “Furia de Titanes” en el cine, allá por el año 1982. Ya había visto varios de sus trabajos como maestro indiscutido de los efectos especiales y de la animación imagen por imagen (el stop motion), pero no fue hasta ver la cinta sobre Perseo y Andrómeda, y los titanes y los dioses de la antigua Grecia, que no se fijó para siempre su nombre en mi memoria. En el cine de esos años, había disfrutado de películas inolvidables como “Simbad y el Ojo del Tigre”, “Simbad y la Princesa” (con ese nombre se re-estrenó en Chile “El Séptimo Viaje de Simbad” a fines de los 70, en el boom de las películas fantásticas tras el éxito de “La Guerra de las Galaxias”) y “El Viaje Fantástico de Simbad”. Y en la televisión, en mis tardes con la caja idiota, a veces solo, a veces junto a mi querida madre y mi hermano, había visto “El  monstruo del mar”, “La bestia del mar”, “Veinte millones de millas de la Tierra” (con el feroz Ymir atacando la ciudad de Roma), “La Tierra contra los platillos voladores”,  “Los Primeros Hombre en la Luna” o esa joya del blanco y negro donde Harryhausen trabajó junto a su maestro Willis O´Brien, “El poderoso Joe”. Así que él  pasó a ser uno de los héroes de los efectos especiales de mi pandilla de esos años (me refiero a mis amigos de niñez Mario, José Manuel, José Luis y mi hermano René), un selecto olimpo compuesto por Harryhausen, Albert Whitlock, Rob Bottin, Douglas Trumbull, John Dykstra y la ILM. De seguro muy parecido a los panteones de héroes de los efectos especiales de miles y miles de niños y jóvenes (y no tan jóvenes), esparcidos por el mundo en esa época.

Y ahora quisiera compartir una anécdota con ustedes, un poco vergonzosa:

 Por allá por el lejano 1982, fui al cine con René y el Mario (no recuerdo si andaba José Manuel), a ver una película que se llamaba "El Humanoide" del "estilo de Star Wars". Y mi amigo Mario miró el afiche mientras hacíamos cola para entrar (¡había una fila de gente para ver esa película!), y lo vio muy prometedor y que anunciaba muchas cosas, y le dio mala espina, y nos empezó a decir que la peli era mala, bla bla, y el René y yo lo mandamos a freír monos y todos entramos a verla y... Adivinen: ¡Era remala!! Y para rematarla en esos mismos días estaban dando en las salas de Santiago joyas como “Superman II” (para mí una de las mejores de la saga, ¡grande el general Zod!), o “Furia de Titanes” en cinerama en el extinto cine Santa Lucía, y nosotros fuimos a ver al dichoso Humanoide... Sin comentarios.

(Bueno, finalmente vi “Furia de Titanes” en el cine, pero no en el Santa Lucía.)


Para terminar, quería compartir con ustedes unas imágenes. La primera es el afiche del estreno en los cines de Santiago de “Simbad y el ojo del tigre”, y las otras son algunas imágenes de pre-producción, de varios trabajos de Harryhausen (digitalizados del número de octubre de 1978 de la revista “Fantastic Films”).


Adiós Ray Harryhausen, que poblaste mi niñez y mi juventud con tus monstruos y tus hermosas fantasías.



sábado, 28 de enero de 2012

La TV de los años 50: Series de Ciencia Ficción

por Miguel Acevedo

I.
Las series de televisión que más recuerdo son las que veía en mi niñez, en los viejos aparatos en blanco y negro de esa época, la década del 70. Por ejemplo, en marzo y abril del lejano 1976, uno podía ver en el Canal 5 (UCV) series de dibujos animados japonesas como “Robin Interplanetario” o “Astro Boy” (alguien escribió por ahí en un fanzine, “los monos japoneses me cagaron la cabeza” o algo así). En el Canal 9 se podían ver series míticas para mi generación como “Ultraseven” o “Esper”. Y nunca se podría dejar de nombrar “UltraMan” o “El Capitán Ultra”, o monos japoneses como el “As del espacio”. En las noches (en horario prime) en el 7 se podía ver “Cosmos 1999”. Y en el canal 13 también daban de noche “La Dimensión Desconocida”. Así que los monstruos con cremallera, los niños con robots gigantes o la Luna disparada hacia el profundo espacio llenaron las tardes, las noches y la imaginación de muchos chicos como yo en esos años.
 Pero la televisión en Chile es más antigua, las primeras transmisiones de la “caja idiota” comenzaron a fines de los años 50, pero este medio de comunicación se masificó (como todos hemos escuchado alguna vez) con el Mundial de fútbol de 1962. Y no podemos olvidar que en Estados Unidos la TV ya se había masificado en los hogares norteamericanos desde la década de 1950. Y de esos años quería hablar aquí. Hay series como “Las Aventuras de Rin Tin Tin” o “Las Aventuras de Superman” (protagonizada por George Reeves), que yo vi en la televisión chilena en mi infancia, retransmitidas en el horario de la tarde en los años 70, aunque otras famosas series gringas de los 50, como por ejemplo “I love Lucy”, sólo la vi mucho tiempo después, gracias al TV cable.
 Y no olvidemos series legendarias como “Los Intocables” o “La Dimensión Desconocida”, que comenzaron a ser transmitidas en el año 1959, aunque en estricto rigor son de la década del 60…
 Copio a continuación un texto sobre las series de ciencia ficción de los años 50, en la televisión norteamericana, con títulos que descubrí hace muy poco gracias a la curiosidad siempre insaciable y la internet.

II. Series de ciencia ficción en la televisión
 Aunque no es uno de los géneros predominantes en la televisión, la ciencia ficción forma parte de la historia del medio, comenzando a partir de finales de los años 40 con series de bajo presupuesto destinadas a programas menores, hasta 1990 donde se desarrolló por canales de cable.
Durante algunos años, la industria consideró a la ciencia ficción un género poco apto para la televisión. Además de tener un limitado publico para los anunciantes, la ciencia ficción presenta una problemática propia del género en que el mundo futuro y sus argumentos especulativos, desafía al presupuesto y las limitaciones narrativas del medio televisivo, sobre todo en las primeras décadas del mismo.
 Sin embargo, a lo largo de los años los productores descubrieron que la ciencia ficción podía tener un publico potencial y atraer a más audiencia, y que esas audiencias, aun a menudo limitadas, eran increiblemente fieles a sus programas favoritos. Como consecuencia de ello, en la década de los 80 y los 90 se produjo un enorme aumento de las series de ciencia ficción de los EEUU, especialmente fuera del mercado de las tres tradicionales cadenas de televisión en abierto.
Creado como un género para niños a finales de los años 40 y principios de los 50, los programas de ciencia ficción seguían a menudo el formato de un serial, apareciendo las tardes de los sábados o al comienzo del primer time en la programación de noche.
Emitidas en varias semanas, en los primeros ejemplos de este género figuran las aventuras de protagonistas, mayoritariamente varones, en su lucha para mantener la ley y el orden en el espacio ultraterrestre.
 Estos tempranos "space westerns" incluian a 'Captain Video and His Video Rangers' (Dumont 1949-55), 'Buck Rogers' (ABC 1950-51), 'Flash Gordon' (Syndicated 1954-55), 'Space Patrol' (ABC 1950-55), y 'Tom Corbett, Space Cadet' (CBS/ABC/NBC 1950-555).
Cada serie se enfrentó con su dinámica de héroe contra una infinita variedad de amenazas intergalácticas, ya fuesen exóticos alien conquistadores, malvados científicos locos, o misteriosas fuerzas del universo. Todas estas series eran de muy bajo presupuesto, pero no impidió equipar a cada heroe con una fantástica variedad de equipamiento futurista, como la "radio cascos", pistolas de rayos, y el famoso anillo descodificador del Captain Video.
 Además, las campañas publicitarias vendían réplicas de plástico de estos héroes televisivos para devotos de las series. De estos primeros ejemplos de series de televisión de ciencia ficción, Captain Video es particularmente popular. Fue la primera que se emitió, de lunes a viernes, de media hora de duración -y mas tarde quince minutos de duración-. Uno de los primeros éxitos de la televisión, el programa fue durante muchos años una pieza financiera clave para Dumont Televisión Network., y solo se canceló cuando la propia Dumont Network dejó de existir en 1954.
 Como era la tipica serie para niños, Captain Video concluía cada episodio con un sermón sobre los valores morales, la buena ciudadanía u otras cualidades para que su joven audiencia lo emulara.
 Sin embargo, tan buenas intenciones no bastó para impedir que las aventuras del Captain Video y sus compañeros del espacio se convirtieran en la primera de muchas controversias sobre los programas para niños. Los críticos atacaban estas series por su exceso de violencia y su habilidad para sobreexcitar la imaginación infantil. En este sentido, la preocupación en los inicios sobre los programas de ciencia ficción, aumentó en 1950, y el debate culminó con la publicación en 1954 de Seduction of the Innocent escrito por el doctor Fredric Wertham, que era un ataque a la industria del comic, que dió lugar a una serie de audiencias en el Congreso sobre los vínculos de la cultura popular y la delincuencia juvenil.
 La programación de ciencia ficción que era destinada a la audiencia adulta en estos inicios de la televisión, eran casos raros, y se limita casi exclusivamente a 'Lights Out' (NBC 1949-52), 'Out There' (CBS 1951-52), y 'Tales of Tomorrow' (ABC 1951-53). Al igual que otras series de la época, estas dependían en gran medida de las adaptaciones de relatos ya escritos, con titulos de Julio Verne, H. G. Wells o Ray Bradbury. 'Tales of Tomorrow' de la ABC, incluso adaptó en media hora el libro Frankenstein o el moderno Prometeo de Mary Shelley, protagonizado por Lon Chaney Jr. como el monstruo de Frankenstein.
 Curiosamente, cuando Hollywood puso de moda las películas de ciencia ficción en los 50, intentado captar sobre todo al público adolescente, la presencia de esas series en la televisión se redujo drásticamente. Una excepción fue 'Science Fiction Theater' (1955-57), serie que presentaba historias especulativas basadas en contemporaneos tópicos de investigación científica.
 La vuelta de la ciencia ficción a la televisión coincidió con el aumento de las tensiones y la guerra fría con la antigua URSS. Como respuesta al lanzamiento sovietico del satélite espacial Sputnik, 'Men Into Space' (1959-60), de la CBS, participaba de manera explícita en el intento de promocionar el interés por la carrera espacial, mientras que celebraba también la tecnología y el heroísmo estadounidense que se veían amenazados por el éxito soviético.
Fuente: http://blugosi.freeprohost.com/series-de-ciencia-ficcion.php

III.
Para ilustrar este artículo, quiero compartir algunos videos encontrados en youtube con ustedes.
Primero, de la serie Space Patrol. Luego, la introducción de “Adventures of Superman”, y finalmente el primer capítulo de “Tales of Tomorrow”, llamado “Verdict from Space”. No puedo dejar de mencionar que este episodio está relacionado con esa joya (?) del cine bizarro llamada “Robot Monster” ( y no olvidemos la confesión de que "Robot Monster es mi placer culpable", dicha por John Carpenter!). Todos los audios están en ingles (sorry).
Para terminar, no puedo concluir esta nota sobre la antigua televisión, sin mencionar los blogs nostalgiavisión y The golden ages que son una verdadera fuente de alegría para los amantes de las viejas series de cine y tv, y los dibujos animados antiguos (y que por estos días sufrieron un durísimo golpe con el cierre de megaupload por el inefable fbi.)

domingo, 29 de mayo de 2011

El antiguo Cine Diana…





(Imagen de cartagenacultural)
En la crónica "King Kong en Cartagena", hablo sobre los desaparecidos cines de ese popular balneario del Litoral Central, en los años 70 y 80; el Central y el Francia. Pero hace tiempo que me daba vueltas el recuerdo de una sala más antigua, el cine Diana, frente a la Playa Chica. El cine Diana cerró sus puertas, y luego abrió el cine Francia. El Diana estaba frente a la playa pero alejado de la Terraza, hacia el sur. Tras su fin como sala cinematográfica, reabrió sus puertas como discoteque, y en los últimos años 70 como efímera pista de patinaje, en pleno furor de la moda infanto-adolescente de los patines.
La última imagen que he visto del extinto Cine Diana (porque hace años que no voy al recordado balneario de mi infancia), fue la fotografía que ilustra este texto, y que nos habla de apenas unas ruinas, un fantasma evocando el ejercicio de la memoria.

Un querido amigo mío llama entropía a esta debacle de la antigua Cartagena.
Yo le llamo capitalismo.


miguel acevedo

domingo, 20 de febrero de 2011

La Muerte de los Cines de Santiago Centro



Hace ya varias semanas atrás, cerró el cine Gran Palace. Si a eso le sumamos el cierre del Hoyts del paseo Huérfanos (donde estaba el antiguo cine Rex), ya casi no quedan cines en el centro de Santiago. Están el Cine Arte Normandie (que se mantiene a pesar de los embates de los elementos y del mercado) y el Cine Arte Alameda, pero un poco en la periferia de lo que todos comúnmente llamamos “el centro”. Y sin contar las salas que exhiben cintas triple X (como el Nilo, el Mayo o el Capri), lo que estamos viendo es lisa y llanamente la muerte de las salas de cine, en una zona que estuvo caracterizada precisamente por su existencia. Su servidor creció en los años 70 y 80 (la década del 80 aún está en pleno revival aquí en Chile), y cuando con mis amigos íbamos al centro, un panorama seguro era ir a ver una película al cine. Sea con mis papás, o luego sólo con mi hermano y mis amigos, se podía ir al Windsor, al Ducal, al Rex, al impresionante cinerama del Santa Lucía, al Bandera, al Central, al Huérfanos, al Huelén (que se especializaba en dar cine infantil), al Victoria, al Astor o al Lido. Alguna vez también existieron el cine Metro, el España, el Toesca y el Alfil. Y además estaban las salas que daban las películas luego del estreno, solas o en programas doble, como el City, el York, Cinelandia o el cine Río. Y también los inolvidables cines de barrio, como el California o el cine arte de la Universidad Católica, en la plaza Ñuñoa. Y el mítico cine Prat, en el barrio Franklin… (cito a mi hermano: “el punto es que si hubiese existido tarjeta de socios del cine Prat, nosotros hubiésemos sido los primeros en la lista” http://poetalandia.blogspot.com/2008/05/otra-sobre-king-kong.html )
En los 90 y hasta los primerísimos años 2000, varias de estas salas siguieron sobreviviendo, pero una a una sucumbieron a la feroz modernización capitalista, en su fase neoliberal. Algunas se remodelaron y trataron de adaptarse al nuevo aspecto, y dinámica, del negocio cinematográfico, volviéndose multisalas, y con una confitería más al estilo yanqui, pero estaban en sus últimos estertores y nada las pudo salvar, ni a las hace muchos años extintas salas del multicine Rex, ni al renovado cine Gran Palace. Los últimos días fueron sin pena ni gloria. Y más de alguien habrá pensado cínicamente, que no hay lugar para la nostalgia ni la melancolía en el reino del business.

No he sido riguroso en esta nota, ni pretendía serlo. No están nombradas todas las salas del circuito cinematográfico de Santiago centro, ni mucho menos los numerosos cines de barrio. Solamente quería recordar que hubo vida antes de los 2000, antes de los pop corn y los estrenos simultáneos de una película en Chile y en Estados Unidos, antes de los esnob que creen que la creación audiovisual nació con Internet, antes de los “creadores” eternamente becados por los Fondart, o de los consumidores que entran al complejo de salas actual y ven cualquier película que se haya estrenado. Y donde la crítica de cine (con escasas y honrosas excepciones, por supuesto) es simple exaltación de las cintas más comerciales, entrega de datos de taquilla, recaudaciones y costos en dinero, entrevistas sin ningún contenido a la fugaz estrella de moda, y otras lindezas que se supone serían propias de un “crítico de arte”, (hoy sólo comentarista de espectáculos). Qué lejos estamos de los años en que se estrenaba kaijú en el cine (como “La Guerra de los Monstruos” o “La Furia de King Kong”, ambas de Ishiro Honda), o en un plano muy distinto, pero igual de extraño para la supuestamente glamorosa realidad de hoy, se podía ir a ver “100 niños esperando un tren” en plena dictadura militar, cuyos censores la catalogaron para mayores de 18 ó 21 años, con tal de poner trabas a su exhibición, y donde los protagonistas no eran actores que luego del estreno comercial se les iban los humos a la cabeza, sino niños de un taller de séptimo arte en la población Lo Hermida… (Y por favor, por estos párrafos no me vengan después con que soy de los superficiales con nostalgia del pasado mejor, que lo más terrible que les pasó en esa época era que no podían carretear tranquilos en la madrugada por culpa del toque de queda. Tengo la memoria intacta, y estos no son mis únicos recuerdos de los años de la dictadura de Pinochet, y lo joven que era no me impedía saber lo que pasaba a ojos de todo el mundo).
A fin de cuentas, la muerte de los cines de Santiago centro, lo único que logra es volver un poco más fea a esta ciudad.

Para terminar, los invito a leer un muy buen texto sobre el desaparecido cine Lido, en el siguiente enlace:
http://www.mabuse.cl/articulo.php?id=86440


“Teatros no Cines: Se suele incurrir en una pequeña confusión cuando se recuerda que los cines de esa época eran denominados teatros. El motivo es porque los propietarios no sólo exhibían filmes en sus dependencias, sino también lo combinaban con funciones teatrales, cuyas compañías muchas veces eran de gran número, según fuesen las condiciones del recinto.” ( Cines de Santiago Centro, por Alberto Angerstein y otros, en Cinema Paraíso, número 1, mayo 2005)

Miguel Acevedo

sábado, 19 de febrero de 2011

King Kong en Cartagena


(Ya en la recta final de este mes de febrero, quiero compartir con ustedes este texto sobre los veranos de mi niñez. Ya ha sido publicado en Bblogzine y en Poetalandia)
En los años 70 –y hasta inicios de la década de 1990- había en el popular balneario de Cartagena dos cines. Uno era el cine Central, que quedaba en la calle Casanova casi al llegar a la Plaza de Armas, y que estaba pegado a la iglesia más importante de la ciudad. Y el otro era el cine Francia, ubicado al comienzo de la conocidísima Terraza, paseo obligatorio de todas las noches, y junto a la concurrida Playa Chica. Todos lo veranos era religiosamente obligatorio para mí, mi hermano, mis padres y mis tías y tíos ir a esos cines, a ver los estrenos del año anterior, repuestos ahí para aprovechar el público de la temporada veraniega. Y el verano de 1978 fue el verano de King Kong, la gigantesca octava maravilla del mundo.
Durante 1977 habían estrenado en Santiago la superproducción “King Kong” (1976), dirigida por John Guillermin y producida por Dino de Laurentiis, y unas semanas antes un distribuidor local, aprovechando la inminente llegada a las salas de esta cinta, aprovechó de estrenar “La Furia de King Kong”, con un cartel similar al de la película de Laurentiis, pero que en realidad era “King Kong Escape”, cinta japonesa de 1967 dirigida por el legendario creador de películas de kaiju eiga (monstruos gigantes con cremallera incluida) Ishiro Honda. Cabe señalar que en esta cinta nipona, un Kong de ojos azules se enfrentaba en su isla misteriosa a una serpiente marina y a un tiranosaurio que lanzaba patadas voladoras, y luego en el clímax que tenía lugar en Tokio, combatía contra Meca-Kong. Bizarrísima. En los diarios de la capital incluso salió publicado un aviso, donde otros distribuidores cinematográficos recalcaban que esta película no tenía nada que ver con el inminente estreno que todos esperaban*. Bueno, así que ese verano tuvimos a Kong en la playa por partida doble, en la versión japonesa y en la versión gringa, yendo a ver esta última unas cuatro veces (¡si, cuatro veces!) para admirar a la hermosa Jessica Lange cuando era joven, y ver la inolvidable batalla final de Kong contra los helicópteros en la cima de las hoy inexistentes Torres Gemelas. Debo confesar que prácticamente en la última de esas ocasiones en que me repetí la película, fui recién capaz de no taparme los ojos y ver completa la secuencia en que Kong le abría el hocico a la serpiente gigante contra la que luchaba a los pies de las montañas donde quería subir con su amada. Todas las funciones en el cine Central fueron con la sala llena. Y luego, en las tardes de los días siguientes, después de la bajada a la playa de rigor, y tras tomar once con el infaltable pan de huevo, jugábamos con los amigos de ese verano en la calle con un gorila de juguete comprado en cualquier parte, y que para la ocasión obviamente era Kong, luchando contra otros monstruos inventados por nosotros.
Un par de veranos después reestrenaron “King Kong” en el cine Francia. Recuerdo haber pasado junto al cine en la noche, de camino a la Terraza, y había una fila de público esperando para entrar a la última función. Realmente King Kong fue un éxito de taquilla en Cartagena.
No voy a hacer aquí una crítica cinematográfica del film de Guillermin, que no he visto de nuevo hace muchos años. Me parece que es de esas películas que con el paso de los años logra volver más notorios sus defectos, cosa que no pasa con la cinta original de 1933. Lo único que quiero señalar es por qué fui a verla tantas veces, y parto aclarando que no fue por Jessica Lange. En el afiche oficial de la cinta, Kong salía sobre las Torres siendo atacado por varios helicópteros militares, y con un jet ardiendo en la mano. Pero en otro de los afiches Kong salía rodeado sólo por jets de combate**, y yo esperaba que en una de las ocasiones en que volvía a ver la película pasaría eso, que cambiaría el final y efectivamente Kong sería atacado por los famosos jets. Pero obviamente eso nunca ocurrió, por más veces que viera de nuevo la cinta. Como tampoco se materializó en ninguna función la secuencia que prometía otro de los carteles publicitarios alternativos de la película, donde Kong salía luchando contra la serpiente gigantesca en los muelles de Nueva York. Pero lo que si ocurrió fue que el tiempo pasó inexorablemente en Cartagena. El Cine Francia cerró sus puertas hace años. Ya no se puede ir ahí a ver la última función de la tarde y salir luego a la noche, cargada del ruido y el sabor del mar. Y la última vez que vi el cine Central, se había convertido en una iglesia evangélica, donde tanta gente busca alienarse, para escapar a la alienación cotidiana. Pero el mar y los bosques aún continúan rodeando esa pequeña ciudad, y la cordillera de la costa sigue a sus espaldas. Y cada noche, si uno aguza los oídos y la imaginación, se pueden escuchar los gritos portentosos del rey de los monstruos, del gorila gigante que definitivamente dejó sus huellas en las calles de la Cartagena de nuestra infancia.

Miguel Acevedo


Notas:
*”La Furia de King Kong” llegó a las salas santiaguinas (cines Bandera y Santiago) el lunes 23 de mayo de 1977. Y el King Kong de Guillermin y De Laurentiis llegó a la cartelera nacional el 4 de julio del mismo año, siendo estrenado en los cines Windsor, Victoria, Plaza, Las Condes y El Golf de la capital, además de llegar a salas de las ciudades de Valparaíso y Concepción.

** En realidad, esos carteles cinematográficos de 1976-1977, con los jets sobre las Torres iconos del capitalismo, rodeadas de humo y fuego, eran bastante premonitorios.

11 de septiembre