La micro en la mañana, viaje del Transantiago, no está tan
llena por lo menos… Me subo y de inmediato me llama la atención la voz y la
guitarra electroacústica de un cantante popular… Canciones que van desde la
balada romántica cursi hasta himnos al amor como la bella canción “Yolanda”, de
Pablo Milanés. Es temprano, pero el joven cantor está bastante inspirado, y una
señora con aspecto de trabajadora, quizá una empleada, lo mira como si
estuviera prendada de él. Sus letras en algunos casos son de canciones muy
empalagosas, pero que suenan muy bonitas a esa hora del día…
“Amor, amor, amor…
Amor, amor, amor…”
“Lo que haría...
porque estuvieras tú,
porque siguieras tú conmigo…”
Dos jóvenes con aspecto de obreras cantan junto con él, sin
ninguna vergüenza, con ojos nostálgicos, y lo aplauden al finalizar la melodía.
En el bus viajan también algunos estudiantes universitarios, que luego se bajan
en la esquina de Los Leones donde descienden de ese recorrido generalmente los
estudiantes del campus Oriente, de la Católica, que van a sus clases. El
comportamiento de algunos de ellos me provoca vergüenza ajena, conversan casi
gritando sin ninguna consideración con el músico y su auditorio, hablan y hablan
de sus temas tan importantes, que no le interesan a nadie. Pero no me extraña
que sean así, para nada. La vida me ha demostrado hace rato que tengo claro
quién es quién en esta ciudad tan gris, y tan bella por algunos momentos.
Miguel Acevedo
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