(Nota enviada por mis amigos de Gatojurel ediciones)
Escribir de María etérea es dinamita: Es ella
quién puede decir sin trabas si le parece o no, yo le escribiré igual.
La primera vez que la vi y escuché fue hace unos años en bar
Raíces, cantando la canción de su gordo fome, en esos tiempos lideraba el
Colectivo etéreo María Música, nombre en honor al emblemático jarrazo de agua
derramado (con razón) a la ministra no sé cuánto que ocupaba el turno por los
días de la revolución pingüina. Ahí inicio todo…
Su nombre comenzó a aparecer en afiches y lugares varios, en
ese tiempo nos dio a muchos un espacio en el micrófono abierto del chancho 6,
donde ya emergían sus dotes de animadora que lejos de dejarla se fueron
desarrollando cada vez más. Y así hasta la fecha la María sigue sin callar,
creciendo, prendiendo y vociferando. Dándose el trabajo de pavimentar el piso
femenino en una escena de “hombres”.
Es que a María Etérea (quiéranlo o no) no se le puede
obligar a guardar silencio, ni en la calle ni en la escena, donde se
desenvuelve como su naturaleza, si no, que hubiera sido de ella donde tantas
veces predomina el “estatush cantautorsh”, que no es más que el ego de
quienes van a escucharse a si mismos y a esperar comentarios para cabalgar
lento arriba de un “Pony”. Etérea no compra esas baratijas, si no le
parece ladra y muerde, sin miedo al choque, sin andar tapando con risas las
incomodidades. Se agradece.
María promueve su postura contraria a “todos los tipos de
acumulación” dándole “jugo” a “la cajera” si es
necesario y a quien lo precise, porque un jugo de la etérea es como
una hecatombe que encuentra su fundamento en lo profundo de sus creaciones
(canciones, escritos, manualidades) y de sus investigaciones (cuecas, baladas,
boleros).
Es el apoyo incondicional que realiza a las y los
cantautores, a los referentes escondidos, un ejemplo de la forma que tiene de
moverse en el mundo, es sin duda una persona inquieta, y eso lo demuestra (sin
querer demostrarlo) en la calle, donde sabe distinguir la verdad de las modas y
fetiches posmodernos.
Ella es la música que canta a capela, acompañándose de su
simple guitarra y de unos excelentes músicos que muchas veces están de paso, ¡y
que bueno que sea así! ya que, insisto...ella es su música. Por eso invito a
escucharla en esta cosa del internet e ir a verla donde esté (prontamente en el
norte). No vaya a ser que se la encuentre en una de esas tertulias que terminan
con conversaciones a las 7 am, sabiendo lo que habla y tomando enserio las
consecuencias de esto. Porque la Etérea no es solo música, ni solo etérea y
puede distinguir perfectamente los pajaritos y pajarracos de los pajarones,
para así atacar sus jaulas.
Gabotril, febrero 2017.
Nuestros respetos a María, Gabotril autor de la critica y todos los que escriben para ser leídos.
ResponderEliminarMiguel, gracias por brindar la ventana hacia las luces. Abrazo.
GatoJurel Ediciones.
Mis queridos amigos, me gustó mucho esta reseña.
ResponderEliminarUn abrazo!