POR SALVADOR ROJAS
Para escribir
una crónica es necesario dominar varios elementos, primero que nada el autor
debe tener una imagen vívida de la realidad y saber mejor que nadie que pasa -o
pasó en este caso- a su alrededor, algo que Miguel Acevedo controla muy bien,
las imágenes y datos dentro de sus crónicas están dominados, consigue
contextualizar la realidad como algo tangible incluso para quien no estuvo para
presenciar los hechos planteados.
En este
sentido se ve que Acevedo sabe de lo que habla, tiene la referencialidad a la
realidad necesaria para escribir una crónica, hace tangible la realidad y nos
lleva a su terreno, nos una cuenta la realidad y nos mete dentro de ella,
domina el contexto histórico, la cultura chilena. Sin embargo, para escribir
crónicas de cine es necesario de una forma igual de importante, saber de cine.
Acevedo controla este punto y con creces, CARTELERA
DE CINE sirve no sólo como un conjunto de crónicas que entretienen y
reflexionan sobre un mundo ya perdido, sobre el mundo de los cines chilenos ;
también sirve como una guía para poder interiorizarse en ese mundo, nos habla
de títulos de películas, dedicando crónicas enteras a ciertos géneros como el kaiju (los monstruos gigantes) o el
terror de los años 60.
También nos
guía en el mundo de los cines como tales (como ya lo dije), nos muestra los
nombres de los cines, también su extinción en las palabras del mismo autor
“varias de estas salas siguieron sobreviviendo, pero unas a una sucumbieron a
la feroz modernización capitalista, en su fase neoliberal.” (Cartelera de Cine,
pág. 14), nos muestra los vacíos que la “modernización” dejó en Chile, no solo
las víctimas directas, también hubo un daño del que no nos dimos cuenta y que
recién ahora podemos apreciar, hablo de la destrucción cultural. Este libro es
una muestra de esa destrucción, específicamente del cine, nos habla de los
cierres de cines, del cambio cultural de recibir películas desde todo el mundo
a meramente películas del tipo Hollywoodense, comercial y vacío.
Las crónicas
mantienen un estilo crítico y nostálgico, una dualidad bastante particular a mi
parecer, la crítica por su lado está vinculada al cambio y por extensión al
futuro, a una planificación futura, pero a su vez la nostalgia tiene su raíz en
el pasado. El que domine ambos puntos es sólo muestra de la capacidad del autor
de tener un ojo en el pasado y otro en el presente, sabe de dónde viene y hacia
dónde va.
Un libro
absolutamente recomendable, una guía de cine para quienes les interesa el
séptimo arte pero a su vez nos enseña una crítica firme al modelo neo-liberal
explicando el daño que este hizo a la industria de los cines chilenos, el cómo
abandonamos todo ese mundo de anécdotas y paseos domingueros para perdernos en
la industrializacion, en lo frívolo e impersonal, ver en este ahora las cadenas
de cine como si fueran Mc’donalds y no un arte, algo con un mensaje real. Leer
estas crónicas es volver en el tiempo, es cuestionarse la actualidad, algo
necesario en estos momentos y quizás empezar un cambio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario