Es
costumbre, en Chile, salvo señalada excepción, que en los concursos literarios
se premien los peores libros. ¿Y los jurados? Ellos viven rampantes, gozan de
excelente salud, sin que nadie enjuicie posteriormente sus fallos (o sus fallas),
ni las iniquidades en que han debido incurrir para imponer a sus favoritas y
favoritos.
Las
felonías de ese orden jalonan toda la historia literaria de este país. Desde el
Premio Nacional de Literatura, hasta el más modesto concurso, estimulan el hambre
de cuanto aventurero deambula por las largas calles del oportunismo nacional.
Creemos,
sinceramente, que los jurados literarios implicados en tan turbios manejos, no
deben escapar al ojo público.
POLEMICA,
que ha venido analizando con rigor tan penosas actuaciones, para destacar en el
plano que corresponde a tales elementos, instaura, desde este momento, UN
PREMIO AL PEOR JURADO DEL AÑO. Dicho Premio consistirá en un artístico diploma,
hecho a mano, en papel pergamino, para cada uno de los miembros del jurado, que
dieron el peor fallo durante el año, y se entregará a los “agraciados” en el
mes de marzo del año siguiente, en lo posible en una ceremonia pública.
(Publicado en la revista “Polémica”,
número 16, julio de 1955, Santiago de Chile. Dirigida por Mahfúd Massís y Julio
Tagle)
Artículo y portada de la revista Polémica, digitalizados por el posteador.
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