Leer al
escritor norteamericano Ray Bradbury fue algo muy importante en mi adolescencia
y en mi juventud. Los primeros cuentos que me topé de él fueron en algunos
libros de castellano de la enseñanza media, como “Vendrán lluvias suaves”. Y
luego me enamoré de sus “Crónicas Marcianas” o de los hermosos relatos de otras
de sus colecciones de cuentos, como “El Hombre Ilustrado”, “Fantasmas de lo
nuevo” o “Las doradas manzanas del sol”. Ninguno de estos libros los leí por
algún plan de estudio del liceo ni nada por el estilo, era por puro gusto
personal, y tras buscar en las bibliotecas públicas como la de la calle
Dieciocho (donde también tuve la inolvidable experiencia de comenzar a leer a
Lovecraft). Así que sus melancólicas fantasías llenaron mis pensamientos en una
era pre-digital. Había vida y literatura antes de la internet…
Ya un poco
mayor leí su novela “Farenheit 451”, y nunca olvidaré que una mañana de 1986,
mientras estaba ensimismado en su lectura, varios helicópteros militares
revoloteaban por el aire, y salí a la calle a mirar y los milicos carapintadas
estaban allanando la población Santa Julia en plena mañana, al frente de mi
barrio. La novela me hablaba de un futuro Estado totalitario (que quemaba
sistemáticamente los libros), y en ese mismo instante las fuerzas del Estado (que
en el 73 habían encendido piras de libros… y de personas) estaban rastrillando
un población a unos metros de mi casa. En esa misma novela, el protagonista,
Montag, queda prendado de una joven Clarisse, y la muchacha desaparece sin más.
Y yo seguía leyendo esperando que volviera a aparecer, pero ustedes saben que
eso no ocurre. Y otra vez la realidad, en unos años 80 donde la gente (sobre
todo la que pensaba y actuaba) podía desaparecer en la calle. Oficialmente, los
últimos detenidos – desaparecidos de la dictadura militar, son de 1987.
Con el paso
el tiempo, caí en la cuenta que ya desde mi niñez me había hechizado la obra de
Bradbury. Películas que veía una y otra vez en la televisión en blanco y negro
de los 70, como “El Monstruo de tiempos remotos” (también conocida como “El Monstruo
del mar”), o la adaptación cinematográfica de Moby Dick de John Huston, estaban
relacionadas a este soñador norteamericano. La primera basada en su cuento “La
sirena”, la segunda con guión suyo.
Y
finalmente, quería señalar un bello recuerdo que tengo de la cinta “El ruido
del trueno” de Peter Hyams, mala adaptación del cuento homónimo del recordado
escritor. Esta película fue una de las últimas que vi junto a mi padre antes de
que enfermara gravemente, en una tarde de compartir juntos viendo una película
en la casa.
Adiós, Ray Bradbury.
miguel acevedo
Querido amigo, no sabes cuánto extrañaba leer algo tuyo por estos lares, que siempre cuando compartes tus recuerdos se me viene a la memoria una cita de esa bella película que es "Tierra de Sombras", sobre la vida de otro gran fabulador: C. S. Lewis. La cita dice: "Leemos para saber que no estamos solos"; de este modo cuando sigo tus escritos, con mayor fuerza veo todo lo que tenemos en común, los dos y también con los demás. Esto mismo evidenció el gran Bradbury en su obra. Por cierto...¿Y le gustó la peli a tu taita?(la primera vez que vi el filme original de "El Planeta de los Simios" fue con mi papá, cuando aún era un niño y ese recuerdo lo tengo muy grabado en la memoria). Ojalá escribas con mayor regularidad.
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